ASESORIA DE IMAGEN
CRÓNICAS DE UN PELUQUER
CONCEPTOS DE IMAGEN PERSONAL
En la medida en que las sociedades aumentan su calidad de vida y se van instalando en el confort y el bienestar, se empiezan a cambiar los hábitos de sus ciudadanos, entre otras cosas y por motivos muy diferentes para dedicarle más tiempo al cuidado personal. Al mismo tiempo compartimos una época de histeria colectiva en desmedido consumo, de diversión, pasión e incluso de violencia. Vivimos una estación cargada de antojos y ficticias necesidades que nos sitúan en el umbral de la terquedad aparentando lo que no somos y disfrutando de lo que no podemos. Para hacer frente a esas necesidades es cada vez más frecuente, en cualquier ambiente de una sociedad desarrollada, vivir de la imagen y para la imagen.
En general, la vida particular, social, familiar y profesional se compone, en buena medida, de pensamientos y conductas tuteladas por unas reglas. La imagen también necesita las directrices de algunas pautas ya que es nuestro virtuosismo externo. Un subproducto de la aplicación y reorganización de circuitos en la carrera del marketing basado en un estudiado programa que, aparentemente, nos capacita para determinadas tareas. Nuestra estabilidad (económica laboral) depende de un compendio de mercados y puesto que el culto al cuerpo no es ciencia novedosa la imagen forma parte de dicho compendio, tanto a nivel personal como profesional, y nos predispone a ser más competitivos en ese contubernio.
Debemos deducir así que el mundo actual nos exige ser cada día más capaces, más idóneos en cualquiera de los ámbitos en los que nos movemos. Es aquí donde la imagen personal tiene su importancia a la hora de establecer cualquier tipo de vinculación o contacto con los demás, debido a que es la sociedad la que contribuye a edificar una percepción favorable o negativa respecto de lo que somos o parecemos y como consecuencia nos enmarcan en una extensión de aceptación o rechazo en las relaciones o actividades y que tendrá su incidencia o repercusión en nuestra vida social, profesional y hasta en nuestra autoestima.
Pero el concepto de imagen personal no se limita ni se reduce al perfil externo de la persona si no que debe ser aplicado, correctamente, a aspectos relacionados con la conducta, la comunicación o el entorno. Todo bien coordinado con el estudio y la ejecución de técnicas como estética, vestuario, expresión y otras, siempre en función de la necesidad de cada individuo y de cada momento. Tratando de simplificar lo que encierra este concepto, podemos definir la imagen, en líneas generales, como proceso individual y objetivo con influencia para acaudalar, en condiciones plausibles, un lugar ante la sociedad mediante la adecuada respuesta entre forma y fondo o lo que es igual, buena presencia y saber estar.
Para obtener nuestro espacio en la sociedad, es decir, para dignificar nuestra imagen tenemos que significar que este proceso, como ya indicaba antes, consta de dos partes elementales. La imagen externa formada por todas aquellas piezas o complementos que se pueden añadir al cuerpo de la persona y cambiar o modificar con relativa facilidad, denominados de quita y pon (maquillaje peluquería indumentaria etc.) y la imagen interna que, a su vez, se divide en imagen espiritual e imagen intelectual. El contenido de la imagen espiritual se fundamenta en el principio de las cosas y en los valores personales. La imagen intelectual son todos aquellos conocimientos efectivos ya sean académicos o de las propias vivencias.
En cuanto a la externalización de la imagen se hace obvio recordar que forman parte de la misma muchos de los elementos de nuestro entorno y de los que hacemos uso de manera cotidiana porque imagen es, también, la casa o la urbanización donde habitamos, el coche que disfrutamos, los lugares de alterne o de ocio que frecuentamos, las personas con las que nos reunimos o nos relacionamos. Luego si tenemos en cuenta la importancia de los distintos componentes, sin caer en la superficialidad de ninguno de ellos, en la medida en que nos comuniquemos de manera adecuada, tanto en el ámbito de las relaciones y en general con todo nuestro hábitat, iremos encaminados a generar la deseada opinión favorable y ver plasmados nuestros propósitos.
Pero es conveniente insistir en el impulso comunicativo y en que todo comunica, no solo nuestra manera de hablar o de escribir, comunicamos con nuestra forma de desplazarnos o de gesticular, con nuestra manera de vestir y con nuestras actitudes, con nuestra mirada y nuestra filosofía de ver la vida, comunicamos, en general, con todo nuestro comportamiento. Podemos asegurar por tanto que, indudablemente, la imagen no es otra cosa que la buena gerencia de la comunicación. Teniendo como principio esta referencia y sin olvidarnos de ninguna de las reseñas que intervienen en la elaboración de la imagen, estaremos en condiciones para que nuestros objetivos, en pos de la buena estampa, por fin puedan verse cumplidos . Y es que la imagen es, en muchos casos, portadora de nuestros éxitos y responsable de nuestros fracasos.
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