ASESORIA DE IMAGEN PERSONAL
CRÓNICAS DE UN PELUQUERO
LA PEDICULOSIS
Los piojos son unos insectos comunes que encuentran su habitad natural en todos los mamíferos que tienen pelo y como es sabido, a esta afección cutánea producida por piojos, cuando se da en los humanos, se denomina pediculosis.
Hay una variación estacional de la pediculosis con alto riesgo durante el invierno. Y si bien la infección puede afectar a cualquier grupo de edad, la incidencia es menor en los adultos. El pico de edad se encuentra entre los 7-8 años. Las mujeres presentan mayor riesgo de infección en todas las edades y a albergar mayor número de inquilinos, excepto en edades por debajo de los cinco años.
En este sentido podemos vernos afectados por dos especies: Pediculus humanus var. capitis, el más extendido, muy frecuente en niños en edad escolar con más episodios en los grandes salones de clase y actividades grupales, y que habita en el cuero cabelludo; Pediculus humanus var. corporis, que aparece principalmente en indigentes o hacinamientos de personas con poca higiene, ”campos de concentración” y afecta a distintas áreas del cuerpo.
El piojo se presenta de tres formas distintas en la cabeza: la liendre, la ninfa y el adulto.
Las liendres son huevos de piojos muy difíciles de ver y se confunden fácilmente con la caspa o descamación del cuero cabelludo así como con los residuos de aerosoles u otros productos para el cabello. Las liendres se encuentran firmemente adheridas a la raíz capilar como si de una pasta de argamasa se tratara. Tienen una configuración ovalada y, por lo general, su color es de amarillo a blanquecino y tan solo requieren una semana para convertirse en piojos.
Ninfa: La liendre sale del huevo y se convierte en un pequeño piojo llamado ninfa. Tiene el aspecto de un piojo de la cabeza adulto, pero es más pequeño. Las ninfas maduran convirtiéndose en adultos en aproximadamente siete días después de la incubación. Para sobrevivir, la ninfa tiene que alimentarse de la sangre de la persona. Adulto: El piojo adulto tiene el tamaño aproximado de entre dos y cinco milímetros, tiene seis patas y su color es de bronceado a grisáceo. En las personas con pelo oscuro, el piojo adulto tiene la propiedad de mostrarse con aspecto más oscuro. Las hembras son las que depositan las liendres y por lo general son más grandes que los machos. Los piojos adultos pueden vivir hasta un mes en la cabeza de una persona y su tasa de reproducción varía entre uno y diez huevos por día. El cuero cabelludo ofrece un ambiente cálido, unos treinta y siete Gº y relativa humedad necesaria para su persistencia; ni el piojo ni los huevos pueden permanecer fuera de este ambiente por más de unas horas. Una longitud del cabello menor de tres o cuatro mm. no mantiene el ambiente controlado requerido y se desvanecerían.
Los piojos de la cabeza pasan la mayor parte del tiempo abrazados al tallo capilar pero para mantenerse necesitan alimentarse de sangre y para succionarla descienden hasta la piel cada pocas horas. Y aunque en condiciones favorables y en teoría los piojos podrían subsistir fuera de este alojamiento hasta tres o cuatro días, en la realidad no son capaces de hacerlo más allá de un día, debido a la necesidad que tienen de alimentarse.
Los piojos de la cabeza se alojan, habitualmente, en el cuero cabelludo, detrás de las orejas y cerca de la línea del cuello, en la parte posterior de la nuca. Se sostienen del cabello con garras parecidas a un garfio que tienen en el extremo de las patas y rara vez se encuentran en otras partes del cuerpo aun siendo zonas pilosas como las pestañas o las cejas.
Los síntomas característicos suelen aparecer pasados varios días desde el primer contacto y son los siguientes: una sensación de cosquilleo de algo que se mueve en el cabello, picazón, ocasionada por la reacción alérgica a las picaduras, irritabilidad, lesiones en el cuero cabelludo, ocasionadas por rascarse. Estas lesiones pueden infectarse.
En contra de muchas creencias generalizadas los piojos no saltan ni vuelan, por lo que su transmisión o contagio se produce mediante contacto directo y prolongado con una persona afectada. Al ponerse ropa infectada como sombreros, bufandas, abrigos, uniformes deportivos, cintas del cabello, etc. Al utilizar peines o cepillos para el cabello infectados. Al utilizar toallas, una cama, colchón, ropa, almohada, alfombra o cualquier elemento de peluche que ha estado recientemente en contacto con una persona infectada.
Los piojos del cuero cabelludo y del cuerpo son muy parecidos entre sí, Los piojos corporales viven entre los pliegues de la ropa y tienen predilección por las zonas más cálidas del cuerpo, principalmente cintura y abdomen. Los dos tipos son hematófagos, y cuando se alimentan inyectan con su saliva sustancias que actúan como vasodilatadores y anticoagulantes.
En cuanto a su tratamiento solo deberían tratarse aquellos contagios activos, es decir, donde existan piojos adultos, nunca las liendres.
Se ha utilizado como tratamiento eventual la aplicación de agentes cáusticos: vinagre, querosén y alcohol, pero no se aconseja su uso debido a los potenciales efectos adversos de algunos de ellos. El tratamiento más seguro y eficaz en este momento es la permetrina en preparados con concentraciones entre el 1% y el 5%, en lociones, cremas y champús. Como pediculicida es suficiente en concentraciones del 1%. En cuanto a su aplicación, debe extenderse bien el producto por toda la zona y dejar actuar durante diez minutos, aclarar acto seguido con abundante agua. Se recomienda una segunda aplicación pasados ocho o diez días, es normal que después de estas aplicaciones surjan algunas reacciones cutáneas sin mucha importancia.
El rasurado del cuero cabelludo o el uso de geles para el cabello proporcionan un clima hostil para el piojo y en estudios in vitro se ha demostrado la efectividad repelente de la lavanda, citronella y anís.
La infección por piojos ha estado asociada, desde siempre, con la dejadez y el descuido, con la carencia de higiene, con el hambre y la miseria de otros tiempos y ni que decir tiene que los piojos originan un daño trascendental en la imagen personal de los adultos.
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