martes, 4 de mayo de 2010

EL PIERCING


ASESORIA DE IMAGEN


CRÓNICAS DE UN PELUQUERO

PIERCING


          A lo largo de la historia los hombres y mujeres de cada época han sentido la necesidad de adornar sus cuerpos con infinitos ornamentos y por razones muy dispares. Ya sean de índole cultural, tradicional, por maleficio o brujería y todo un rosario de causas que a continuación podríamos mencionar para acompañar a las ya citadas. Uno de los innumerables motivos o adornos que con frecuencia han utilizado en las distintas partes de su cuerpo: orejas, labios, cejas, nariz, ombligo etc. y que sigue estando en vigor es el piercing.

          He de reconocer que los pendientes en la oreja de la mujer la revitalizan y embellecen. Sin embargo, no considero oportuno ni estoy a favor de quienes se entregan sin reserva al mal uso y al abuso de tan ordinario ritual tejiendo en apéndices y piel todo tipo de abalorios y utilizando el propio cuerpo cual si de un expositor o escaparate para el comercio de baratijas se tratara.

          Existe ante ello el consabido riesgo, y por muy meticuloso y estricto que uno sea con la higiene, que ha de ser disciplina personal y exigencia que demanda el abalorio, no deja de ser la imposición de un elemento extraño en la persona que no siempre el organismo asemeja como suyo terminando en infecciones por rechazo. Es obvio que exige, unos cuidados generales de limpieza en las heridas, durante el periodo de curación, que puede ser de entre cuatro y doce semanas y, en ningún caso, dichas curas han de hacerse con alcohol, agua oxigenada, betadine, cristalmina, etc.. Requiere, previo al citado proceso, lavarse las manos con jabón de P. H. neutro y demanda otros cuidados específicos dependiendo de la parte del cuerpo perforada. Como ejemplo: Si el objeto a tratar se halla instalado dentro de la cavidad bucal, no deben aplicarse enjuagues de contenidos alcohólicos o azucarados ni pomadas antibióticas como neobacitrin ya que esto haría que se vieran mermadas las defensas.

          A pesar de mi condición de peluquero, profesión vinculada y que convive con la moda, obligado por tanto a estar en su vanguardia asimilando de buen grado y como propios los cambios en imagen personal, pues, considero que liberan e impregnan con aires de frescura renovada al individuo y a su espíritu e implican a la vez evolución, confieso que tan desmedidos hábitos en carrera desbocada por sentirse tuneado conllevan expresa la agresión a la persona, tanto en lo estético, psíquico, así como en lo físico. He de puntualizar que en algunas de estas técnicas se hace uso, con frecuencia, de anestesia y sus útiles habituales para perforar la anatomía de la persona, suelen ser una aguja de considerable dimensión o en su defecto una pistola, en origen diseñada para reses y, capaz de taladrar el embrutecido y rudo lóbulo de sus severas orejas. Esta práctica, con pistola, no acta para todas las modalidades, comporta el inconveniente de contagio de tan graves enfermedades como el sida y la hepatitis B y C, ya que no existe mecanismo que permita su integral esterilizado.

          Desconozco las razones y argumentos específicos que sirven de estímulo al seguimiento de esta moda. Seguramente la principal y única causa sea la del propio piercing que actualmente como adorno corporal cada día gana más adeptos y está libre de fronteras.

          Sí, existe, la constancia y la evidencia que, para conocer sus atávicos orígenes, es necesario remontarse y consultar culturas que, al igual que hoy, en otros tiempos, distaron sobremanera de la nuestra como las africanas, asiáticas, e incluso las suramericanas. En su momento y en alianza con sus costumbres o tradiciones, el piercing podía dar dignidad y decencia a quien lo portaba, o por el contrario, servir de distintivo de sumisión y pertenencia a un amo.

          Situado sobre la lengua tiene como inspiración un ritual maya. Los hindúes y los pakistaníes muestran entera disposición a perforar sus narices. Al igual que la tribu Cashinaw del amazonas que como práctica habitual se introducen, como elemento decorativo, una pluma en dicho orificio. Los esquimales así como algunas tribus africanas solían colocar un pendiente en hueso o en madera y fijarlo sobre su labio inferior. El escalofriante piercing en el pezón, de cuyo inicio no me atrevo a dar fe, ya era utilizado por los legionarios del imperio romano.

          En la actualidad, los occidentales prefieren otros materiales y, el uso de los piercing, en su mayoría, expresa significados muy diferentes a los antiguos. En algunos casos muestran así la rebeldía de una generación que utiliza cualquier zona de su cuerpo para demostrar sus diferencias. Difundido por los medios de comunicación y la moda,la razón para otras gentes, parece ser un paso hacia la igualdad de clases que, en consonancia con los propios encantos, buscan favorecer y potenciar el nivel de seducción así como el personal estado de ánimo en infinita pesquisa de sensaciones que siempre formaron parte de la naturaleza humana o, negación de lo social para quienes viven eterna infelicidad por un exceso de bienestar mientras tratan de llegar al inalcanzable estado de belleza mítica.

          Independientemente de la esencial dimensión interna, obligados tal vez, por la presión que pueda ejercer la fuerza externa de las multitudes por una determinada imagen, para el conjunto de los portadores de dicho objeto, es simple pieza decorativa, como indica llevarlo en las uñas, (modalidad que en España todavía no ha cobrado consistencia, en cuanto a moda, pero que es un hecho consumado en una cultura dominante como es EE.UU.), o quizá sea una mezcla de versión Light entre simbología y capricho decorativo.

          En cualquiera de los casos, por cualquiera de las razones que se puedan alegar y a pesar de comentarios contradictorios como este, los piercing están demostrando que se mantendrán de forma latente o en pleno furor entre los accesorios a utilizar por buena parte de la humanidad, pero hasta tal punto el reconocimiento por parte de las autoridades sobre el riesgo para los portadores de este objeto que, en España, como medida de seguridad queda legislada su utilización y desde Abril de 2003 según orden del Ministerio de Sanidad, los materiales o las joyas que se apliquen para este menester solo podrán ser aquellos que en principio se consideran menos proclives a estimular reacciones de alergias e infecciones como el titanio, en variedad de colores, el acero inoxidable y el oro de 14 o 16 quilates y entre estos, en opinión personal, el titanio que es material más ligero y por tanto menos posibilidad de desgarros, total ausencia de elementos tóxicos siendo el más biocompatible con la raza humana.

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